me moriré de ganas de decirte que te voy a echar de menos

Empiezan a caerse las hojas junto con las esperanzas. Vuelven las contracturas de septiembre, los dolores de garganta y las bufandas alrededor de los lunes. Él llegó en primavera pero llovía. Y ellos se enamoraron en otoño pero bajo el sol. También hay tormentas en verano y personas felices que lloran. Hay días buenos y días por debajo de las expectativas, pero en días malos ya no creo. Hay pájaros en mi cabeza que ya no saben dónde migrar y mariposas en mi estómago que ya no saben dónde posarse. Yo migraría entre tus brazos porque es un constante darme cuenta de que ni puedo vivir sola ni sin ti... Es un invierno de cielos despejados. Es por cada estrella fugaz que me he perdido por no poder apartar la mirada de esos ojitos. Por la lagrimita en tu mejilla. Pero sobre todo este otoño es por seguir escribiéndote, porque todo lo que recuerdo de ti es poesía, porque no dejas de ser cada canción que escucho. Y te he dicho adiós tantas veces y a la vez nunca. Y te echo tanto de menos y a la vez es como si estuvieras aquí. La verdad es eso que no sabes cuándo empieza ni cuándo acaba y que recorres suavemente con los dedos como esperando despertar. La verdad fue ayer hace un año. Y también era sábado. Pero este verano han sido diecinueve días. Diecinueve canciones. Y cómo me gustaría migrar entre tus brazos para siempre. Tan sola y tan sin ti y a la vez tan llena y tan contigo hasta que duela...
El invierno pasado fue quererte a morir.
La primavera pasada fue resbalar entre tus dedos.
El verano ha sido amor en varias partes.
Y septiembre, septiembre acaba con jersey. Con nuevos fríos por dentro y por fuera, con el doble de preocupaciones y el doble de mares donde ahogarlas. Tan con él y tan sin ti. Tan aire de primavera. Y en el fondo, ojalá no se vaya nunca del todo.
En el fondo, me moriré de ganas de decirte que te voy a echar de menos.

"Como no pude darme cuenta que hay ascensores prohibidos, que hay pecados compartidos".